Quiero separarme de todo. Desafectarme del mundo.
Quiero vivir cada segundo sin distraerme con pequeñeces.
Quiero dormir todo el día, pese al dolor de cabeza y de espalda que inevitablemente trae.
Quiero escribir algo pero nada sale de mis dedos ni de mi mente.
Quiero estar inmersa en una lectura sin darme cuenta del paso del tiempo.
Quiero bañarme en la risa de mis amigos y mi familia y no escaparle al afecto.
Quiero demostrar que no soy de hielo pero tampoco de vidrio (¿a quién, no?).
Quiero tener un llavero nuevo. Eso.
Quiero meter los pies en el Nahuel Huapi o, al menos, verlo desde arriba, tras los árboles, haciendo tiempo para merendar.
Quiero tener todo resuelto.
Quiero saber cantar pero no quiero esforzarme para conseguirlo. Cantaría "Watarasebashi".
Quiero tener una cita y que estemos presentes.
Quiero dejar de temerle al espejo y al plano cenital que ofrece mi mirada.
Quiero plata.
Quiero tener la certeza de que mis afectos van a estar bien.
Quiero estar en mí misma sin horrorizarme.
Quiero comer caritas de papa sonrientes.